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    Confinamiento Emocional

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    Por: Eduardo Carreón Muñoz

    Y aquí estamos, en el momento más álgido de una “Pandemia”, resultado de una enfermedad epidémica llamada “COVID-19” que colapsa a la humanidad.

    Durante los últimos meses; hemos sido testigos de uno de los momentos más impresionantes de al menos los últimos 120 años en el mundo entero. Así sin más, nació un virus muy lejos de nuestro país, veíamos y escuchábamos cosas al respecto, no se tomó de inicio la mayor importancia, hasta que el pasado 11 de marzo de este 2020 la OMS declaró que existía una pandemia global de coronavirus, la primera de la Historia por este tipo de virus y pese a que 10 años atrás vivimos el impacto directo de la Influenza H1N1, nadie estaba preparado para el tsunami que se veía venir.

    Han pasado 50 días ya, y en este tiempo, el mundo tuvo que detenerse casi por completo, las calles, las plazas, los jardines, el ruido social, la mancha, si, la mancha humana no tuvo opción… el CONFINAMIENTO llegó; y con ello le dijimos adiós a una historia, a un algo, que sea lo que sea, jamás volverá a ser igual; jamás volverá a vibrar igual.

    Cada quien en su propia cuarentena, ha creado y está escribiendo una nueva etapa para su vida, obligada, forzada, y en la mayoría de los hogares viviendo con un marcapasos y si, muchas familias en terapia intensiva emocional.

    Lo más grave del Coronavirus, no es el virus, ha sido sin duda nuestra ignorancia, nuestra incredulidad, nuestro morbo, nuestra involuntaria y fregona actitud de ser invencibles, de creer que no llegaría el virus a nuestro cuerpo, creyendo que alguien nos miente, que una nueva orden mundial pretende dominar al planeta, y nos la pasamos desafiando a nuestra propia existencia, cuando la naturaleza y la madre tierra nos ha dejado escenas que marcarán ese antes y después; las escenas y el parteaguas, los momentos en que los verdaderos dueños del mundo salieron a las calles y a sus costas y a sus lagunas, disfrutando cómo hacía un siglo no sucedía… mientras que a los poderosos y desafiantes humanos nos ha tocado mirarlo a través de una pantalla y bajando la mirada nos ha sacado una sonrisa ver a esos grupos de animales regresar por el espacio arrebatado.

    Sin embargo; mientras todo eso sucede, cada quien ha diseñado su propio confinamiento; los números nos están diciendo que muchas cosas no están bien, y aunque estemos “seguros” en el hogar, hay un miedo colectivo al mundo después del Coronavirus; el miedo que nos toca a la ya llamada “Generación Pandemial” ya que nunca antes las emociones de la humanidad habían estado tan confrontadas, tan indomables, tan vulnerables, tan solas, tan expuestas. Hay una incertidumbre que cala hasta el hueso.

    Nos dicen que la economía sufre la más grande crisis de los últimos 90 años, que durante marzo-abril, los reportes de violencia de género aumentaron considerablemente, con las mil excusas acompañadas; la educación mexicana mostró lo lejos que estaba de poder hacerle frente a una paralización educativa en más de 150 países (acontecimiento que no sucedía desde la Segunda Guerra Mundial) y nos ha demostrado que los contenidos de nuestros planes y programas de estudio están obsoletos y que la tecnología educativa llegó para quedarse y qué hay que re-evolucionar el proceso de enseñanza-aprendizaje.

    Hemos visto y escuchado tantas cosas, que sin duda el Miedo ha llegado a nuestras mentes, aumentando el índice de estrés que va de lo individual, a lo colectivo, pegándole en su mayoría a las familias y orillando a sus miembros a los equipos móviles y a la desconexión emocional.
    Las noches de insomnio para que los días duren menos; el limpiar y acomodar la casa una y otra vez, el odiar ya tu playlist, el acabarte todos los recursos de distracción; generando ocio, y utilizando las redes sociales como plataforma de saciedad; vaciando odios y frustraciones; señalando, criticando; tomando partida en un país que está cómo nunca dividido.

    Un Mexico que parece sin rumbo, sin gobernabilidad, con hospitales saturados, con enfermeras, enfermeros, médicos y especialistas viviendo dos difíciles realidades; desafiándose entre la vida y la muerte, familiares exigiendo explicaciones de un virus del que hoy existen más dudas que respuestas.

    ¡Gracias a todo el personal de salud!
    ¡Gracias por su vida!

    Este confinamiento nos ha dado tanto, que quizás no hemos dimensionado su grandeza; apenas unos meses atrás, nos deseamos un ¡Feliz 2020! sin saber siquiera que la realidad golpearía a todos por igual… nos calló, nos caló, nos encerró y nos enfrentó.

    Hoy podemos decir que de algún modo crisis es igual a oportunidad. Es la gran oportunidad de saber que patrón mental reactivo estamos siguiendo.

    Este confinamiento ha sacado lo peor y lo mejor de nosotros y es interesante revisarnos para reconocer las repeticiones en la conducta y a través de ellas, encontrar la punta del hilo para localizar los conflictos emocionales que aún tenemos por resolver.

    ¿Cuál fue la reacción automática que experimentaste cuando te tuviste que confinar?

    Es importante que durante este tiempo no juzguemos ni nos juzguemos, el cerebro está a la defensiva, intenta entender por qué el encierro, por qué la economía, por qué el miedo; aprendamos a definir nuestras reacciones y demos una oportunidad a nuestro ser, recordemos que el cuerpo no engaña, la cabeza si.

    Si, es tiempo de ser creativos y no reactivos, nadie sabe a ciencia cierta que mundo nos viene después del Confinamiento; nadie lo sabe, China intentó continuar su vida normal y descubrió que su normalidad depende del resto del mundo que sigue confinado, hay quienes aseguran que vamos a estar bien; pero hay una realidad muy REAL:

    «No, no vamos a salir más fuertes de una pandemia a la que llegamos tan débiles. Es como pretender salir seco de un tsunami»

    Este confinamiento nos ha dado la oportunidad de hacer contacto emocional donde habíamos cavado un profundo hoyo negro; nos ha dado la silla para sentarnos a observar el mundo desde adentro, a mirar detenidamente lo monstruosos y maravillosos seres que somos; nos ha dado la oportunidad de soltar, de decir gracias, de perdonar y perdonarnos; nos ha dado la oportunidad de replantearnos y de ser tan reales como quizás nunca pudimos.

    Decía Mario Benedetti en Primavera con una esquina rota… “Todo este terremoto nos ha dejado rengos, incompletos, parcialmente vacíos, insomnes. Nunca vamos a ser los de antes. Mejores o peores, cada uno lo sabrá”

    Ahí está el secreto quizá de nuestra mortalidad, pues también decía “nos pasó una tormenta, un vendaval, y esta calma de ahora tiene árboles caídos, techos desmoronados, azoteas sin antenas, escombros, muchos escombros. Tenemos que reconstruirnos, claro: plantar nuevos árboles, pero tal vez no consigamos en el vivero los mismos tallitos, las mismas semillas”

    Estamos claros que no será igual, hagamos nuestra parte.

    Dicen los expertos que después de esta semana del 4 al 11 de Mayo, la curva de contagios empezará a aplanarse y que a inicios de junio nuestro México volverá a la normalidad.

    Deseo profundamente que sucedan dos cosas:
    Que te cuides, que cuides al mundo y sigas aislado en tu sana distancia; y que a consecuencia de ello, los contagios disminuyan. #QuedateenCasa
    Que México NUNCA MÁS REGRESE A LA NORMALIDAD.

    Quizás parezca alarmante, pero antes del confinamiento, literal en las vísperas de esta histórica cuarentena, México estaba colapsado por la ola de violencia, y una espeluznante cifra de Feminicidios.

    México vivía la más grande crisis de confianza nunca antes registrada; era un México tan injusto, tan saqueado, tan olvidado, tan agonizante, que deseo con todas mis fuerzas NUNCA MÁS REGRESE A ESA NORMALIDAD. Nunca más a normalizar la pobreza y la miseria, nunca más a normalizar la violencia, nunca más a desvalorizar la vida, nunca más a olvidar que juntos, solo juntos construimos patria y nación.

    Ya vamos por menos días; parece que si; muchos menos. Aún estamos a tiempo de preparar el regreso; aún estamos a tiempo de abrir más el alma, y mirar hacia dentro, aún estamos a tiempo de decirle a los que amas… que los amas; aún estamos a tiempo de ser menos soberbios, egoístas y duros.
    Se vale sentir, se vale ser, y doblarse. Se vale levantarse y reinventarse.

    ¿Que sigue? No lo sé; no sé que sigue pero si sé que quiero, y sé que tú que me estás leyendo también tienes algún mejor plan que lo que vivíamos o vivimos en este confinamiento; sé que ahora puede no ser muy claro el panorama, pero el miedo se enfrenta con decisión; y aunque parezca que hoy los pesos no alcanzan, y que nada tiene sentido, justo ahí… Justo ahí es donde todo toma sentido, porque mientras estemos vivos hay esperanza.

    ¿De qué? De lo que quieras; hasta de no tener ganas, y de no querer nada; tienes esperanza de vivir; léelo, hace unas horas, hace unos días y no más de dos meses, más de 300,000 personas perdieron esa oportunidad a causa del COVID; muchas más se han ido este 2020 sin imaginarse jamás que después de su muerte, literal el mundo nunca volvería a ser igual.

    Nos quedan 3 semanas para tomar decisiones; para replantear nuestra vidas en lo personal, en lo colectivo, buscar la fuerza y la fortaleza, construir de la vida, la esperanza; y como dijera Benedetti:

    “Quitar los escombros, dentro de lo posible; porque también habrá escombros que nadie podrá quitar del corazón y de la memoria”.

    Es tiempo.

    De verdad. Es tiempo.

    Gracias Padre.

    educa@cever.edu.mx

    *Humano en constante construcción.

    Headmaster and Founder
    Corporativo de Inteligencia Educa
    Director Ejecutivo CEVER Siglo XXI

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