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    Dientes que matan

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    Las muertes por patologías bucales en la Ciudad de México se registraron en hospitales de la Secretaría de Salud, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Instituto de Seguridad y Servicios de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y privados, según datos proporcionados por Servicios de Salud Pública de la Ciudad de México en respuesta a una solicitud vía Transparencia. El registro incluye a un menor de cuatro años que falleció en el hogar por sialadenitis, una infección bacteriana de las glándulas salivales. 

    En tanto, la misma solicitud de información dirigida a la Secretaría de Salud capitalina reveló un total de 12 decesos en 2021, todos pacientes de entre 35 y 60 años. ¿Las causas? Enfermedades de la pulpa y los tejidos periapicales, gingivitis, enfermedades periodontales, estomatitis y lesiones afines.

    En ninguno de los informes SIVEPAB aparecen cifras de la mortalidad; algunos odontólogos consultados negaron que ocurra, otros dijeron que es poco frecuente. Para una familia que ha perdido a un ser querido, se prende una señal de alarma. Ester aún expresa conmoción, nunca imaginó que el daño acumulado de la caries sería tan peligroso.

    Bocas enfermas

    La mañana del 19 de febrero, como es su costumbre de todos los días, Virginia se levantó y colocó leche, frutas y semillas en la licuadora. La mezcla es su único alimento en el desayuno en casa. No adquirió este hábito para bajar de peso o cuidar los niveles de azúcar, sino porque a sus 76 años sólo conserva cuatro piezas dentales y masticar alimentos sólidos se le dificulta.

    Se cree que es normal llegar a la vejez sin dientes. Para Virginia y su familia, habitantes de la alcaldía Venustiano Carranza, en la Ciudad de México, esta pérdida empezó mucho antes de que se acercaran siquiera a la tercera edad.

    “Se me fueron cayendo poco a poco desde que tenía unos 30 años. No tenía dolor, únicamente sentía que se me aflojaban y luego se me desprendían”.

    La señora no sabe qué enfermedad bucal le generó esta pérdida. Su madre y sus cinco hermanos pasaron por lo mismo, el único exento fue su padre, quien murió a los 65 años y tenía todos sus dientes.

    Virginia ha vivido  sin seguridad social, el comercio fue su fuente de ingresos por mucho tiempo. El tratamiento que le ayudaría es una prótesis, una dentadura artificial que no es parte de la cobertura de la odontología pública del primer nivel de atención, un dentista privado tampoco ha sido una alternativa para ella por el alto costo.

    En la Ciudad de México es común vivir con una infección dental no atendida, discapacitante y potencialmente peligrosa. El sistema sanitario no ha logrado contener este problema de salud pública que se extiende a todo el país y deja desprotegidas a muchas personas, en especial a las más vulnerables.

        

    Era una tarde de septiembre, cuando Ángel, de 35 años, llegó a casa de su madre; le dijo que sentía un dolor de muela. Dos meses después, el malestar se transformó en una infección tan grave que bloqueó sus vías respiratorias, causándole la muerte. 

    Los riesgos mortales del daño progresivo de las infecciones bucales son poco temidos y difundidos. Del 2000 al 2021 fallecieron 338 personas por una infección dental en la Ciudad de México, es decir, un promedio de 16 al año.

    Los decesos pueden ser el indicador más grave de las infecciones dentales, como la gingivitis y la caries, que se extienden entre el 50 y 90% de la población mayor de 30 años, de acuerdo con datos del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de Patologías Bucales (SIVEPAB).

    A pesar de las afectaciones que tienen estos malestares en la población, pues también son causa de discapacidades, el sistema sanitario público del país enfrenta limitaciones para prevenirlos y tratarlos. Por ejemplo, en la Ciudad de México, cuya población es de 9.2 millones, hay poco más de 500 odontólogos en las unidades de primer nivel destinadas la atención de más de 4 millones de habitantes sin seguridad social laboral, como Ángel.

    La historia de Ángel

    Ángel vivía en la zona del basurero del Bordo de Xochiaca, en el municipio de Nezahualcóyotl, Estado de México, en las afueras de la capital. Su fuente de ingresos era la recolección de desechos, relata Ester, su madre.

    Era el 2014 y su esposa recién había fallecido. De vez en cuando visitaba a su madre. Una tarde de septiembre le comentó que tomaba algún analgésico para el dolor de la muela, pero la molestia persistía. “Tienes que ir al dentista para que te recete un antibiótico, le dijo Ester. “Voy a ver”, le respondió.

    En noviembre cayó en cama. “Estaba ardiendo en fiebre; se sentía mareado, su cara estaba hinchada, deformada hasta el cuello. Lo llevamos al hospital, al Gustavo Baz, en Nezahualcóyotl, pero no había dentista. Fuimos al Hospital General y tampoco lo atendieron. Llegamos al Rubén Leñero, en la alcaldía Miguel Hidalgo, como estaba dado de alta en el Seguro Popular sí lo recibieron”.

    “¡Por qué lo dejaron tanto tiempo con esa infección! Él ya no tiene remedio, me dijo la doctora que lo revisó”, recuerda Ester. “Haga lo posible doctora. Tiene tres niños y está solo”, le rogó. La infección ya le estaba obstruyendo el aire, Ángel no podía respirar; necesitaba una traqueotomía. Lo ingresaron a quirófano, pero no sobrevivió.

    La médica le explicó que la infección le llegaría al corazón, a los pulmones durante el procedimiento. Ester recuerda que en el acta de defunción de su hijo anotaron muerte por sepsis maxilofacial, una complicación grave de la enfermedad dental.

    “Sí, fue una caries que él no se atendió por desidia, por falta de dinero, por lo que tú quieras…”, lamentó la madre en la entrevista realizada unos días antes de cumplirse nueve años del fatal suceso.

    Ella no considera grave vivir sin dientes y muelas, a pesar de que el edentulismo, como se le llama en Odontología a la pérdida de los dientes permanentes, es uno de los principales padecimientos bucales. La percepción predominante de la población es que la falta de las piezas es parte del envejecimiento o que únicamente es un asunto estético, poco se habla de su lado discapacitante.

    “Si les faltan los dientes no pueden masticar bien, hay dolor, problemas gastrointestinales; eso impacta en la nutrición y también en lo estético. Vemos que usan las prótesis para salir porque les ayudan con la estética, pero se las quitan para comer”, comenta Aída Borges, coordinadora del Departamento de Salud Pública Bucal en la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

    Una dentadura completa tiene 32 piezas. La mayoría de las pérdidas de dientes y muelas a lo largo de la vida es resultado de una infección no atendida: la caries y la periodontitis, causadas por la proliferación de bacterias. Estas son las más presentes en la boca de la población mexicana, tanto que representan un problema de salud pública, además figuran entre los 22 programas de acción específicos nacionales y en la lista de las Enfermedades Crónicas No Transmisibles.

    La caries se encuentra en todos los grupos de edad: en el 70% de infantes entre los dos y cinco años y en el 90% de personas mayores de 30 años, indican las estimaciones de la Secretaría de Salud federal de 2021.

    Su panorama predominante se ha mantenido en los últimos 20 años y se repite en todos los estados del país. Le siguen las enfermedades periodontales. En 2021, la prevalencia de la gingivitis rebasó el 50% en personas de 35 a 79 años. La fluorosis dental –asociada a la exposición a altos niveles de flúor en el agua de consumo– tiene menor alcance, aun así está incluida en la vigilancia epidemiológica nacional. 

    Luis Alberto Gaitán, patólogo de la Facultad de Odontología de la UNAM, advierte sobre el aumento del cáncer oral, en especial en jóvenes y mujeres, una población que durante décadas había sido superada por los hombres en las estadísticas.

    Las primeras políticas públicas de salud bucal en México se instauraron desde finales de la década de 1980, al seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de incluir este componente en los sistemas sanitarios; la fluoración de la sal de mesa como medida para el control de la caries sigue vigente; sin embargo, la proliferación de los padecimientos orales ha ido en aumento. 

    Esta expansión es representativa de la transición sanitaria del país en las últimas décadas. El investigador Héctor Gómez Dantés, del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), refiere que antes el problema eran las infecciones que mataban a las personas, pero con un mejor acceso a la medicina se fueron controlando.

    Su carga disminuyó y ahora rebasan “las enfermedades crónicas, degenerativas y no transmisibles, asociadas al estilo de vida, a la nutrición y a la exposición a factores de riesgo como el consumo de alcohol, tabaco, el consumo de azúcar […] que pasan mucho tiempo afectando la salud y ya cuando tienen manifestaciones de enfermedad, el daño es muy grande”.

    El avance de una infección bucal es lento, imperceptible; es frecuente que las personas toleren una molestia leve durante meses e incluso años. Llegado el momento del dolor punzante e insoportable acuden al dentista en busca de una solución rápida.

    “El dolor dental es una cuestión demasiado fuerte. Cambia tu estilo y forma de vida; te impacta, es discapacitante; está entre los dolores más fuertes que puede experimentar el ser humano”, describe Luis Pablo Cruz Hervert, cirujano dentista y doctor en epidemiología.

    Desde el Instituto Nacional de Salud Pública, el doctor Gómez Dantés analiza la carga de las enfermedades en México, una metodología que ha cobrado relevancia para evaluar los problemas sanitarios.

    “Es un indicador de la cantidad de años de vida saludable perdidos (AVISA) por estar enfermo, discapacitado o por una muerte prematura. Vivir con una dentadura lesionada tiene impacto en la capacidad de morder y comer, lo que reduce la esperanza de vida de las personas”, explica.

    La carga de los padecimientos orales en México fue de 200 AVISA por cada 100 mil habitantes en 1990. La cantidad aumentó a 300 en 2019, según los resultados del Estudio Global de las Enfermedades (GBD, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Washington. El cálculo considera datos sobre la caries dental no tratada, la periodontitis grave y la pérdida total de dientes.

    UNAM

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