Xalapa, Ver. 04/09/2021
Si yo escribo un texto como este, por ejemplo, tiene sentido que yo me apegue a las reglas convencionales del idioma para facilitar su lectura: klaro io pomdría ezkribir ashí gg and it may be the case que me 3ntiend4n uwu.
Pero si lo hago, pierdo muchas oportunidades: la impredecibilidad ortográfica y gramatical de la oración se vuelve incómoda, las referencias o chistes “locales” y el cambio de idioma pueden subir el “costo de admisión” para entender el texto y las palabras “inventadas” (todas lo son) podrían de plano provocar que su lectura sea complicada o imposible para personas con discapacidad visual.
La apuesta estratégica con el lenguaje incluyente tiene sentido en ciertos contextos, por ejemplo, un texto que pretende visibilizar la desigualdad entre los géneros o el reconocimiento de los géneros no binarios.
Utilizar expresiones como “personas con pene/vulva” en vez de “hombres” o “mujeres” puede tener mucho sentido en ciertos contextos, por ejemplo, al describir procesos fisiológicos que dependan del sexo y no del género de la persona, como la menstruación o la eyaculación, entre otros.
No siempre es posible encontrar palabras “neutras” y el uso del femenino y masculino puede extender demasiado oraciones que podrían necesitar ser más cortas (además de que, si nos ponemos quisquilloses, también invisibiliza identidades no binarias).
Fuente de, El animal politico