De nuestros padres heredamos la tendencia a cierta altura, pero dependerá del entorno y la alimentación alcanzar la máxima posible
Es difícil establecer con exactitud cuánto medían los mexicanos de hace dos siglos, entre otras razones porque la cantidad de restos con los que se cuenta para hacer estudios son pocos o están muy fragmentados; ese es el caso también para la época prehispánica, aseguró María Elena Sáenz Faulhaber, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.
México es un país de contrastes; antes, como hoy, tiene una población heterogénea. El desarrollo físico es un ejemplo; desde la Independencia y aún antes, hay marcadas diferencias en la estatura de los habitantes del norte y del sur. En general, los norteños han sido más altos que los sureños, acotó.
Con base en el fémur de una pierna o el húmero de un brazo, se puede inferir la estatura aproximada de un individuo. Entonces, “dependiendo de la región de la que se trate, vamos a encontrar distintas dimensiones corporales”, refirió Sáenz Faulhaber.
En Mesoamérica se desarrollaron una serie de grupos étnicos distintos y con carga genética característica de cada uno. Queda claro, abundó la universitaria, que en general la población del México antiguo era más baja de estatura que la actual.
Con base en cálculos “muy subjetivos”, la diferencia de estatura entre la población indígena de hace dos siglos y la población promedio actual es de aproximadamente 10 centímetros, aunque una vez más depende de qué región se trate. Los habitantes de Yucatán, Oaxaca o Chiapas siempre, desde la antigüedad y hasta hoy, tienen las estaturas más bajas del territorio, mencionó la integrante del IIA.
Por supuesto, añadió, el mestizaje tuvo que ver con que poco a poco fuera aumentado la estatura de los mexicanos. “También hay que tomar en cuenta que la española no era de las poblaciones más altas en Europa. Hasta la fecha lo es la del norte del viejo continente”. Las regiones españolas que más hombres aportaron al Nuevo Mundo durante el siglo XVI fueron Andalucía, Castilla y Extremadura.
Así, la mezcla de genes y el cambio de condiciones socio-económicas y alimentarias (de higiene, nutrición, etcétera) permitieron aumento de la estatura “pero no más allá”, mencionó María Elena Sáenz.
La diferencia entre la población actual del norte y del sur puede ser de ocho a 10 centímetros, “lo mismo que la que existía entre la población prehispánica y nosotros”.
La gente de Chihuahua y otras zonas fronterizas es más alta por las condiciones sanitarias y ambientales en las que crece, y también porque ahí se registra mestizaje diferencial con la población de Estados Unidos.
Aunque en las mejores condiciones de crecimiento los hijos tienden a ser más altos que sus padres, “no vamos a crecer eternamente. Hay un límite, el heredado para cada una de las distintas poblaciones”, reiteró la investigadora.













