Desde muy pequeñas, a las niñas se les enseña a vestirse con tonalidades rosas, a ser delicadas en sus movimientos y en su manera de actuar, a ser serviciales, a siempre estar alegres y, por supuesto, a esperar que alguien las rescate.

El famoso mito del príncipe azul tan utilizado en cuentos y películas ha sido por años el sueño de muchas niñas, internalizándoles la idea de que “las princesas son guapas, están asustadas, se enamoran del primero que las salva, y esperan encerradas en su torre sin hacer nada para escapar de ella” (Victoria Sau).

Para la Facultad de Comunicación de Sevilla, la infancia es una etapa en donde se tienen ciertas expectativas acerca de lo que se espera de las niñas y también de los niños; éstas se ven envueltas en un entorno cultural que las “obliga” a convertirse en princesas rosas y buscar su príncipe azul, y ellos en ser hombres de acción.

Esta diferenciación sexual llega hasta tal punto que una niña puede vestir con ropa estampada con imágenes de las princesas, ir al colegio con su mochila rosa de princesas, ver los dibujos animados de las princesas e incluso hacer todo disfrazadas de princesas. El resultado conseguido es… una princesa.

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Ser una princesa no es sólo un cuento que por años se nos han contado, es un parteaguas para reproducir la violencia hacia la mujer. Datos recientes de la Unicef arrojan que 7 de cada 10 jóvenes sufren de violencia en su relación de noviazgo (un 76% de violencia psicológica, 16.5% de violencia sexual y 15% de violencia física); es decir, las chicas más jóvenes continúan siendo un colectivo vulnerable, y esta vulnerabilidad se refleja en sus relaciones de pareja.

Es por esto que para coadyuvar en la búsqueda de la igualdad entre hombres y mujeres, y terminar con los estereotipos del príncipe valiente y la princesa indefensa, existen proyectos e iniciativas que buscan emprender el camino del autoconocimiento hacia las niñas acerca de las múltiples formas opresivas a las que se encuentran expuestas desde su infancia, para que de esta forma se pueda lograr la autodeterminación y la autonomía propias que les permita a éstas y todas las mujeres vivir en libertad, crear relaciones que no impliquen dinámicas violentas y, sobre todo, construir una realidad en donde puedan ser ellas mismas sin miedo o culpa de serlo.

Una de estas propuestas es el Proyecto Desprincesamiento, iniciativa feminista diseñada y dirigida por la politóloga, escritora de literatura infantil y presidenta en Folee A.C., Daniela Lombardo.

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Esta propuesta surge como un proceso y una iniciativa educativa en donde se busca reeducar a las niñas en cuestiones de rivalización entre mujeres, el concepto de sororidad, los ideales de belleza, el amor romántico y algo muy importante, la violencia contra las mujeres.

“Rompe y resignifica este papel de la princesa de un cuento, donde la mujer va a ser rescatada por un príncipe azul, estereotipo normalizado, ideal imposible de alcanzar en los imaginarios sociales, el príncipe que le solucionará todo”, comentó Lombardo.

Hasta la fecha el proyecto se ha logrado presentar en 13 estados de la República Mexicana; tan solo en la Ciudad de México ya han sido 11 las generaciones de niñas y adolescentes mujeres que integran la comunidad DesprincesamientoMX. El más reciente taller se llevó a cabo en Radio UNAM en junio pasado; sin embargo, se espera uno muy pronto, pues desde sus inicios ha tenido mucho éxito.

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El proyecto está dirigido únicamente a niñas y adolescentes mujeres, esto por la importancia de generar espacios en donde ellas puedan expresarse libremente sin ser juzgadas, espacios donde puedan establecer vínculos que en un futuro les sirvan como base para su organización y toma de decisiones, para formar una red de ayuda y autocuidado entre ellas que les pueda proporcionar estabilidad y bienestar en sus vidas.

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