Por Antonio González Marcial/ Lo que esta sucediendo en todos los medios de comunicación es una reacción natural de los señores del dinero y amos de México, porque siguen y seguirán defendiendo como gato boca arriba su posición de privilegio y el negocio que representaba para este grupo de poder económico la construcción del NAIM en el área de Texcoco, sin importarles por supuesto, el impacto al medio ambiente y los daños colaterales que este proyecto implicaba. Se ha dicho que la cancelación de esta obra perjudica la imagen y el prestigio del nuevo gobierno y sobre todo, los beneficios para todo el pueblo de México, porque de haberse continuado traería la confianza de inversionistas nacionales y extranjeros lo cual propiciaría la generación de empleos y el crecimiento económico, en fin, se asegura que es una catástrofe por la caída de la bolsa de en el mercado financiero, que la devaluación del peso y entre otras cosas,que la consulta a la ciudadanía fue ilegal y eso sí, sin reconocer para nada, que todo lo que ha hecho la clase en el poder durante muchas décadas también es cuestionable, puesto que, en el caso más reciente, para aprobar las dizque reformas estructurales del régimen saliente y que por cierto, no sirvieron para nada nunca se consultó la opinión de la ciudadanía para llevarlas a cabo.
En esta labor en contra de la cancelación y de ataque al gobierno electo, están utilizando como siempre a los comunicadores de prensa, radio y televisión que comulgan con los intereses empresariales y poderes de facto, que se mueven a la voz del amo, sin reconocer que las cosas tienen que cambiar, el poder político que es el pueblo de México y que decidió el primero de julio de este año 2018, llevar al poder con su voto, otra opción para gobernar y acabar con el país de mentiras que hemos vivido durante 90 años. Nos han mentido siempre, a lo largo de la historia esta forma de funcionar se ha repetido, desde el-obedézcase, pero no se cumpla-que acompañaba la promulgación de las leyes en el virreinato de la Nueva España, hasta la costumbre de elaborar leyes y crear instituciones con las que los liberales del siglo XIX pretendieron vestir a la moderna, a un país pobre y desorganizado.
La mentira sirvió para llenar los huecos y tapar lo que no se hacía y lo que no se cumplía de las promesas en las que cifraron sus esperanzas millones de ciudadanos. De modo, pues, que, si la mentira constituyó siempre la esencia de la vida política mexicana, hoy es necesario erradicarla para poder gobernar, el sistema, aún vigente esta obligado a reconocer públicamente que no cumplió ni alcanzó los objetivos de un buen gobierno.
Las grandes mentiras que son de dos tipos-las que se dicen para exportación y las que nos han dicho para consumo interno.
Aquellas tienen su origen en que, al mediar los años noventa del siglo XX parecía que habíamos entrado por fin en serio a la modernización y que era un hecho que íbamos a cumplir el sueño ilustrado de ser un país democrático en el que, como tal, se respetaría lo que se supone que se respeta en los países democráticos, como son los derechos humanos, el medio ambiente, el multiculturalismo, la diversidad y la democracia, todas causas nobles que se pusieron de moda entonces, a las que se consideraba moralmente irrebatibles y política, social, discursiva y simbólicamente legitimadas en el mundo occidental, pues responden a determinados valores reconocidos como correctos y justos.
Con respecto a las mentiras o engaños para consumo interno, me refiero al discurso que aseguraba que la familia es un lugar de amor y que los indígenas son nuestros iguales, que pone a la justicia social como un compromiso ineludible y a la educación y la cultura como prioridades, y que jura que la economía esta sana y sólida, según EPN y que somos una nación con una identidad, siendo que nada de esto es así.
En los años cincuenta, la sociedad civil compartió en gran medida los mitos y perspectivas oficiales. La comunicaciónfue particularmente fácil. El lenguaje común habló el leguaje oficial, la interpretación de la historia, de la economía y de las perspectivas del futuro fueron parte de una sociedad civil que pensó como su gobierno. Ese ánimo compartido, ese lenguaje común, esa mirada tanto hacia el pasado como hacia el futuro empezaron a desaparecer en los años setenta, cuando el país entró en crisis y los ciudadanos nos dimos cuenta que esa situación se debía menos a las circunstancias internacionales como nos quisieron hacer creer, que a las malas decisiones gubernamentales, a la corrupción y a la negligencia, así como a la voracidad de los empresarios y al silencio cómplice de iglesias y medios de comunicación.
En los años noventa del siglo pasado, los resultados de las encuestas mostraban que la población se divide, en proporciones casi iguales, en posturas antagónicas, es decir, entre los que debemos tener plena confianza en nuestros gobernantes y los que sostienen lo contrario, y hoy, en la segunda década del siglo XXI la desconfianza fue la tónica- en el gobierno y en el Congreso, en los empresarios y en los medios de comunicación, en las Instituciones y en las leyes, en la justicia y en las policías. Todo esto, llevó al hartazgo de una mala y corrupta administración y el pueblo decide, darse la oportunidad de llevar al poder otra opción de gobierno,representada por AMLO a quien los magnates y dueños de capital especulativo están atacando todos los días por la cancelación de un proyecto que a la larga se convertiría en un nuevo FOBAPROA, es decir deuda pública disfrazada de inversión.
Ya es hora, de que nuestros poderosos se den cuenta que perdieron, y si es necesaria la separación del poder político,del poder económico se tendrá que hacer, estoy de acuerdo con lo que dijo Pablo González Casanova de que la mejor manera de amar a México no es ocultando sus problemas, sino al contrario, sacándolos a la luz y porque creo, que la diferencia esencial entre las sociedades radica en su capacidad de autocrítica y elaborar explicaciones de lo que nos pasa.
foto: Notimex













